Gustavo A. Ramírez
Castilla[1]
Regresa el etnólogo Sergio Raúl Arroyo García a la Dirección General del INAH para
completar la tarea que dejó pendiente hace siete años, cuando ocupaba ese mismo
cargo en el año 2005. Pero su regreso se parece
más a la secuela de una vieja
película que inicia donde acabó la anterior. El caso “TeotiWalmart” vuelve a
escena coincidentemente con las investigaciones del New York Times sobre los supuestos
sobornos a autoridades mexicanas para obtener permisos difíciles, realizados
por la trasnacional en su muy peculiar estilo de hacer negocios (“The Bribery
Island: How Walt-Mart Got is Way in Mexico”, New York Times, 2012/12/17: http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/8781341). Funcionarios municipales, del INAH y el propio
Sergio Raúl son mencionados en dicha investigación, sin dejar claro si tuvieron
o no responsabilidad en los hechos que se denuncian. El primer reto para el
Director es el de aclarar, de una vez por todas y sin lugar a dudas -como ya se
anuncia en la página web oficial del INAH-, si se cometieron o no actos de
corrupción en la licencia otorgada a la tienda Bodega Aurrerá de San Juan
Teotihuacán, sancionando, en su caso, a los involucrados. Con ello ganaría la
confianza y respeto de los investigadores, intelectuales, habitantes de la
comunidad y autoridades federales; pero gastará una gran cantidad de tiempo,
recursos y talentos que ahora son necesarios para atender cuestiones más
urgentes. Este caso es ya una primera
piedra con la que tropieza su administración; pero que no debe desviar su
atención demasiado.
El segundo reto es arreglar el caos y desprestigio en el que
sus predecesores Luciano Cedillo Álvarez y Alfonso de Maria y Campos Castelló
dejaron a la institución, generando serías diferencias entre trabajadores y
funcionarios, estos últimos quienes se convirtieron en el principal factor de
afectación a los monumentos, mientras que el sindicato asumió el papel de
defensor de los mismos en numerosos casos, algunos de los cuales se ganaron en
juicio, como el de “Resplandor Teotihuacano”, por citar un ejemplo. Desde el
2006 a la fecha el INAH incrementó en
cientos el número de mandos medios y jefaturas y en miles los contratados,
manteniendo no obstante, el mismo número de plazas de investigación, docencia,
arquitectos, restauradores y técnicos y manuales. Modificaron también los
contratos por tiempo y obra- de por si leoninos-, para evitar que personal temporal
adquiriera derecho a basificación, o siquiera las mínimas prestaciones de
ley. Asimismo se adquirió en renta el
edificio Aristos, un rascacielos de 16 pisos ubicado en la Avenida Insurgentes Sur, en el Distrito
Federal, en donde se concentran las principales dependencias del instituto y la
Dirección General, al módico precio de 3 millones 20 mil 317 pesos mensuales,
en medio de dudosos procesos de adjudicación (“Gastó INAH 30 mdp en renta de
edificio que no ocupó”, Milenio, 2010/06/09: http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/8781341). Lo anterior resulta escandaloso si
se considera que la mayoría de los Centros INAH del país reciben menos de 1
millón de pesos anuales para gasto básico y proyectos; algunos carecen incluso
de espacios de trabajo o mobiliario para el personal que allí labora. A lo
anterior se suman las autorizaciones para usar bienes públicos -como museos
nacionales y zonas arqueológicas-, como escenarios para conciertos cuyo
beneficio es de carácter privado (Franco, Ivan, ¿Quiénes lucran con el
patrimonio cultural en México, 2011, Proceso, 2011/09/07: http://www.proceso.com.mx/?p=280148); el cierre de las librerías del INAH
a nivel nacional, actividad que se transfirió a Educal (“México
desmantelado…las librerías INAH serán desmanteladas”: http://remarq.ning.com/profiles/blogs/mexico-desmanteladolas ), el escandaló por instalación de
luminarias con tornillos así como los paneles para disimularlas en la pirámide
del Sol en Teotihuacán, autorizado por la entonces coordinadora nacional de
arqueología Laura Pescador Cantón (“Laura Pescador dejará la titularidad de la
Coordinación Nacional de Arqueología”, La Jornada, 2009/04/23: http://www.jornada.unam.mx/2009/04/23/cultura/a04n1cul ) y el Consejo de Arqueología
presidido por Roberto García Moll, quienes fueron destituidos de sus cargos.
Más recientemente los casos de
alteración de los monumentos en Tzintzuntzan, Mich., por la construcción de un
museo de sitio sobre una plataforma arqueológica y del fuerte de Loreto en
Puebla (“Indignado, el INAH se subleva”, Proceso, 2012/08/27: http://www.proceso.com.mx/?p=318156 ), que muestran la poca sensibilidad
de los responsables de dichas áreas centrales para llevar el desarrollo de los
proyectos con criterio, apego a la normatividad nacional y recomendaciones
internacionales en materia de patrimonio cultural signadas por México. Adicionalmente debe buscarse el equilibrio de
poderes en las dos principales instancias rectoras de la arqueología nacional:
el Consejo de Arqueología y la Coordinación Nacional de Arqueología. Desde que
Luciano Cedillo modificó el reglamento del Consejo de Arqueología, se eliminó
la representación proporcional de autoridades e investigadores en el mismo, recayendo
la consejería en los directivos de las instancias relacionadas con la
arqueología dentro del instituto, así como un pequeño grupo de privilegiados
invitados a título personal por el Director General. Los malos resultados dados
por el Consejo en los últimos años se deben en gran medida a que no hay
contrapesos críticos a propuestas descabelladas de peso político. En cuanto a
la Coordinación Nacional, actualmente ha acumulado una gran capacidad de
actuación como nunca antes se había visto, que parece sobrepasar incluso al mismo
Consejo de Arqueología; asumiendo también competencias más allá de sus
funciones, e invadiendo ámbitos responsabilidad de zonas arqueológicas y
centros INAH, lo que ha ocasionado gran molestia entre los arqueólogos responsables.
Por otra parte se han dejado en segundo plano aspectos sustantivos como la
oportuna asignación de presupuestos, impulso de la investigación, atención
prioritaria a zonas en estado de abandono, políticas públicas, difusión,
etc. La Coordinación Nacional de
Arqueología ha mostrado un absoluto alejamiento del gremio INAH con quien no
hay comunicación directa; las audiencias, como en el caso de los investigadores
de la Dirección de Estudios Arqueológicos, deben ser mediadas por su director;
ni que decir de los más alejados de la capital.
El INAH se ha convertido en una agencia promotora de turismo
“cultural” (http://tci.inah.gob.mx/ ), función que no se encuentra entre las encomendadas por las leyes
o reglamentos concernientes. La administración Calderonista promovió la
apertura de 12 nuevas zonas arqueológicas, así como numerosos “Pueblos Mágicos”;
el Instituto ha destinado a la consecución de esas metas recursos humanos y
financieros; pero sin impulsar una clara política social, sin estrategias de
conservación y reducción del impacto negativo sobre los monumentos ni las
poblaciones que hasta inventan tradiciones para ser “mágicos”. En lugar de ello
terminan siendo “trágicos”. Esto ha
conducido por ejemplo, a que se lleven a cabo proyectos de carácter turísticos
para abrir más zonas arqueológicas al público, pero olvidando por completo la
recuperación y dignificación de otras como Tula en Hidalgo, Acozac en el Estado
de México, Las Flores en Tamaulipas y muchas otras en el país que se encuentran
en un estado deplorable. Es deseable que la política de “no abrir más zonas
arqueológicas al público, mientras no se atiendan las que ya se tienen”,
sostenida por el propio Sergio Raúl en su primera administración, vuelva a
imponerse.
En materia de función pública, la Dirección General ha
heredado una compleja estructura orgánica con más de 500 mandos medios que han
ingresado a través del servicio profesional de carrera (SPC). A pesar de que
dicho sistema fue instaurado para seleccionar a los mejores hombres y mujeres
con los perfiles adecuados para los puestos de gobierno federal, incluido el
INAH, es evidente que en este último caso el objetivo no se ha logrado. Al
frente de numerosos Centros INAH, direcciones y jefaturas se encuentran
personas con poco compromiso o ajenas al ámbito de la cultura. Ello se debe a
que el sistema de selección que en principio era muy estricto y con altos
estándares, fue ajustado para que con calificaciones bajas, los candidatos
elegidos por altos funcionarios, valiéndose del artículo 34 de la Ley del
Servicio Profesional de Carrera, fueran nombrados por el Director General por un
máximo de diez meses, al cabo del cual debían inscribirse a la convocatoria
pública y presentar los exámenes gerenciales. Si aun así sus calificaciones eran
deficientes, en la última etapa, la entrevista, resultaban seleccionados por su
experiencia en el cargo; entre otras maneras de burlar los procedimientos. En
tanto el SPC no desaparezca, la actual administración del INAH tiene el reto de
apegarse a los principios de transparencia, legalidad y vocación que establece
la ley, y elegir a los mejores candidatos para los puestos. La búsqueda de
delegados estatales sin compromisos políticos con los gobiernos estatales y
municipales debe ser una prioridad. El patrimonio histórico de las entidades
federativas ha sido afectado por obras públicas y privadas autorizadas por
funcionarios sin escrúpulos.
La primera administración de Sergio Raúl tenía en contra a
Sara Guadalupe Bermúdez, titular del CONACULTA, quien impulsaba políticas de
negocio cultural promovidas por el gobierno panista; hoy Rafael Tovar y de Teresa puede ser su mejor
aliado. Pero algo muy importante para que la gestión de Arroyo García se
mantenga apegada a los principios de honestidad, compromiso y profesionalismo
que caracterizan a su persona, es que se haga de un equipo propio que comparta
los mismos principios ideológicos y de lealtad. Sergio Raúl en su primera gestión
se quedó con gran parte del gabinete de Teresa Franco, que lo dejó sólo en los
momentos críticos o le ponía piedras en el camino. De muchos problemas se
librará si no carga ahora con el
gabinete que le heredaron sus antecesores.
Durante la pasada administración la promoción de la imagen de
México en el extranjero mediante magnas exposiciones desarrolladas por el INAH
consumió buena parte del presupuesto, pero además dejó sin atención a los
museos locales, muchos de los cuales requieren urgentes actualizaciones,
mantenimiento y orden administrativo pues, pasar la responsabilidad de estos a
los Centros INAH fue una de las peores decisiones, no sólo por la falta de
presupuesto sino, principalmente, de interés.
Entre muchos otros aspectos que deberá afrontar la vieja nueva
administración del INAH, uno de los más delicados es la relación con los
sindicatos de investigadores, arquitectos y restauradores y técnicos, manuales
y administrativos. Aunque al parecer el nombramiento de Sergio Raúl en la
Dirección General del INAH ha sido bien recibida por los trabajadores, no debe
olvidarse que los dos anteriores directores fueron desconocidos por algunos
sindicatos, lo que dificultó las relaciones y acuerdos. El tema más importante
que está en la mesa sindical es, sin duda, la promulgación de un reglamento de
Ley Orgánica del INAH que satisfaga a todas las partes involucradas, aspecto
que ha estado pendiente por varias décadas y que es una exigencia actual de la Auditoría
Superior de la Federación. Otros temas pendientes son la homologación salarial
con el Instituto Politécnico Nacional, la apertura de nuevas plazas, la
modificación al organigrama del INAH, el respeto al uso de los monumentos, el
servicio profesional de carrera y un largo etcétera.
Finalmente, fortalecer todas las
áreas de investigación y conservación, elevar la calidad de las escuelas,
implantar un sistema efectivo de registro y curaduría de las colecciones, adelgazar
el aparato burocrático y poner en alto el nombre de la institución, no son
retos menores. Al menos se espera que con la llegada de Sergio Raúl, la visión
social que ha caracterizado al Instituto Nacional de Antropología e Historia
por casi siete décadas vuelva a posicionarse, superando el cariz
lucrativo-empresarial que se enquistó en el INAH con el arribo de los panistas.
04/01/13.
[1] Arqueólogo, Maestro en Restauración de
Monumentos, Profesor Investigador Titular C del Centro INAH Tamaulipas,
Director de la Red Mexicana de Arqueología: www.remarq.ning.com.